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— ¡Escalera
Imperial! —Cony levanto la cabeza de su mano de cartas y miró a Chantal
anunciar su victoria en aquella jugada de Poker, ese no era su día, no había
ganado absolutamente nada y no le quedaba un solo peso para sofocar el hambre— Lo
siento mucho Con —acto seguido la triunfadora alargo su mano y tomo todo el botín recopilado en el centro de
la mesa y se retiró.
Cony hiso
lo mismo, abandono la mesa y fue a la ventana polarizada de la pared principal
del casino que se extendía desde el suelo hasta el techo, se quedo mirando por
un largo rato la urbe, le parecía bastante extraño como tantas personas pueden
convivir tan tranquilamente, si cada una está hundida en problemas… sabía que
no debía estar ahí a menos que quisiera acabar como su padre… —suspiró— lo
extrañaba demasiado, de vez en cuando sentía que era la única persona que de
alguna u otra forma la iba a amar sinceramente, ni siquiera su madre la había
echo sentir algo parecido.
— ¡Que no
hombre! —todos los pensamientos de Cony se vieron interrumpido por el altercado
que empezaba a subir de tono entre los guardias del casino y un individuo que
estaba intentando adentrarse al lugar: su mejor amigo, Gerardo— No puedes
entrar más aquí, entiende.
—Que solo
vengo por Cony, —Gerardo había sido
expulsado del lugar después de sumar una deuda de $48,000 dólares, y siendo
sincera consigo misma, a este paso Cony terminaría expulsada también— no tengo
ganas de seguir apostando en esta pocilga. Mira, ahí está —movió la cabeza en
su dirección, los 3 guardias voltearon a verla, esa tarde no había descansado
Julián con quien se había enrollado en la cama más de 1 vez, en su mayoría
estando ebria; su mirada y la de él se cruzaron por un segundo, ella guiño un
ojo, provocativa, él aparto la mirada; Ella río.
Cony se
acercó más a la escena, pudo oler el tremendo aliento a alcohol que llevaba
Gerardo.
— En fin… parece
que se pusieron pesados —dijo Cony, se acercó a la puerta y la empujo hacia
afuera para abrirla— larguémonos de aquí —Gerardo con la mirada desafiante
clavada en uno de los guardias salió del lugar, Cony se acercó a Julián y lo
tomo por la barbilla y empezó a rozarla con la palma de su mano— relájate
querido… cuando estas tenso no disfruto tanto hacer el amor contigo —con la mano
suelta acaricio su mejilla— te veo a las 11 a fuera de tu departamento.
No espero
su respuesta, sabía que lo tenía en la palma de la mano… se dirigió a la puerta
y salió orgullosa por alguna extraña razón del lugar.
Al salir
encontró a Gerardo sentado en una de las doradas bancas que adornaban el jardín
principal del casino que a su vez estaba ubicado en una de las mejores zonas
residenciales de la ciudad; lo examino de pies a cabeza, por su cara de pocos
amigos adivino que no había dormido nada, llevaba un chullo con estampados
blancos y cafés que cubrían —o al menos lo intentaban— el cabello negro con
patillas al más estilo peruano que lograban escaparse por los huecos entre el
gorro y las orejas, una sudadera blanca con el estampado “I ♥ Coffé” en letras turquesas , pantalones negros bastante entallados
y unos Toms azules con puntos rojo pálido… un look perfecto para estar todo el
día en casa, no para andar feliz de la vida por la ciudad: Típico de él.
— ¿Traes
algo con Julián, cierto? —lo dijo tan seco que hiso que se le erizaran los
bellos de la frente.
— ¿Eso
importa? —trató de decirlo en tono divertido para restarle importancia pero al
parecer no causo mucho efecto en él— Pero bueno, aquí las preguntas las hago
yo: ¿De dónde has sacado dinero para comprar alcohol?
— ¿Eso
importa? —le dijo imitando la misma voz que ella había usado.
— Gera…
¿sabes que día es hoy? —se acercó más hacía la acera, la calle tenía un deje
desértico, con su adoquín negro lleno de hojas naranjas y amarillas. Escucho
como su amigo se levantaba de la banca y se encaminaba hacia ella.
— Espera…
Martes 17 de Mayo… —Cony se asomo por arriba de su hombro y pudo ver como su
amigo se quedaba pasmado, dio un paso vacilante— Lo siento mucho de verdad,
juro que…
— No jures
nada. Da igual; 1 año más sin el, no importa lo mucho que lo eche de menos, no
volverá… nunca —Sus ojos castaños se
empezaron a empapar de lágrimas. Pudo oír como su amigo de acercaba corriendo y
se abalanzaba con los brazos abiertos hacía ella.
— Cony lo
siento en serio —le susurró al oído— Soy un idiota.
— Lo eres,
de eso no hay duda —lo empujo un poco para separarse de él y poder secarse las
lágrimas que rodaban sin tregua por sus mejillas— y también eres un patán,
borracho empedernido y oh si, un cabrón —ambos rieron.
— Por eso
te amo, por ser tan cariñosa.
Ambos se
sentaron en el borde de la banqueta que estaba como era de esperarse,
frío.
— ¿Has
comido algo hoy? ¿O tomado? —preguntó Cony.
— ¿El
alcohol cuenta? —respondió él.
— No creo
que tenga bastantes nutrientes, así que no.
— Pues
entonces me temo que no, absolutamente nada, ni siquiera he dormido —sospechas
confirmadas— ¿Cómo estas en este momento, económicamente?
— Me
declaró en quiebra monetaria.
Gerardo se
quedo mirando detrás de Cony, con la cara que ponía cuando tenía una idea, ella
giro su cabeza y pudo ver como el autobús amarillo del Liceo Harvest hacia una
parada en la esquina y abría sus puertas para dejar bajar a dos jóvenes, un
chico y una chica; ella llevaba una falda blanca con rayas transversales color
mostaza y una blusa tipo polo del mismo color de las rayas que llevaba bordado
el escudo del Liceo formado por 1 halcón rodeado de diamantes, el uniforme de
él era lo mismo pero en masculino, pantalón chándal con rayas mostaza a los
costados, camisa tipo polo con el escudo bordado. Ambos se despidieron con un
beso en la mejilla, y ambos partieron: ella en dirección contraria a la esquina
y el comenzó a caminar en la dirección de Cony y Gerardo.
— ¡Esta es
la oportunidad! ¿Tienes hambre? —Ella afirmo con la cabeza— este tío se ve que
está forrado de dinero. Tú sabes como hacerlos caer, coquetéale un poco, toca
su miembro y tendremos para comer por un largo tiempo.
— Gerardo…
no soy prostituta —hiso una pausa para mirarlo— ni tampoco callejera.
— Lo sé
coño, eso del miembro era una pequeña broma, simplemente coquetéalo, se ve que está
más solo que un hongo, acaríciale el brazo y ten por seguro que tendrá un
orgasmo inmediato.
Tuvieron
que callarse porque en ese momento el chico pasaba cabizbajo con los audífonos
a todo volumen por la acera detrás de ellos.
— Cony, está
es la oportunidad perfecta.
— Y porqué
mejor no persigues tú a la amiga, que se ve que es una zorra de primera.
— Si
hubiera venido en esta dirección ten por seguro que ya estuviéramos en su casa
atascándonos y plácidamente descansando en alguno de los sillones de su casa, —ambos
se callaron, en ese momento el chico estaba girando a la izquierda en la
esquina— ¿Lo harás, si o no?
Cony se
levanto, sacudió sus shorts de mezclilla azul cielo y comenzó a trotar en
dirección del chico que ya se les había perdido de vista, cerca Gerardo apenas
se levantaba y comenzaba la marcha, al girar en la esquina pudo observar de
nuevo al joven , su cabello rizado castaño contrastaba bastante bien con su
piel color mostaza. Apresuró la marcha y sin darse cuenta ya estaba a menos de
2 metros de él, no hubo tiempo de poder pensar en como haría el primer
contacto, estaba tan absorto examinándolo, había algo que vagamente le
resultaba familiar en el, en su forma de caminar, en su espalda, en todo.
Estiro su
brazo derecho y cayo como un halcón sobre el, rodeándolo por el cuello, el
chico dio un respingo y se quito de un tirón los audífonos que se trozaron de
la conexión con su iPhone.
— ¡Oh! Lo
siento tanto… —al parecer todos los planes que pasaron fugases por su cabeza
para entrar en contacto con él se fueron directo al retrete— te con… fundí con
un amigo.
El tipo que
al parecer se llamaba “Kevin” como pudo leer en el bordado de su uniforme
estaba hincado recogiendo los pedazos blancos de sus audífonos ahora destruidos
por su culpa.
—
Tranquila… —se metió los trozos al bolsillo del pants y se levanto quedando de
frente a Cony.
Lo
siguiente que paso es difícil de describir, sus ojos se encontraron y la pena y
el enojo se esfumaron. Ambos estaban con la boca media abierta, no podían dejar
de mirarse el uno al otro, Cony sin duda supo que sus ojos verdes eran los más
hermosos que había conocido, y él supo que ella escondía algo detrás de
aquellos ojos grises. Un instinto nació en el, le fue inevitable mover la mano
para juntarla con la de ella, sin duda fue un movimiento inesperado para Cony
que dio un paso hacía atrás y comenzó a peinarse nerviosamente.
— Disculpa pero,
¿nos hemos visto antes? —su voz era bastante grave, hablaba con una calma que
hacia que quisieras acurrucarte todo un día en sus brazos; no, no solo un día:
toda una vida.
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